sábado, 12 de marzo de 2016

CAPITULO IV COMIENZA LA AVENTURA Abrí la puerta, y Rody seguía acostado en el mismo sitio dónde lo había dejado. Se hacía el dormido, posiblemente arrepentido por el abandono que había realizado sobre mi persona. Lo miré, ¡qué tío no se estaba haciendo el dormido! ¡Estaba totalmente sobado! Le grité desde la cocina para que supiese que había llegado, la obligación de un perro es ponerse contento cuando el amo llega, por lo menos según las creencias populares. Lo vi aparecer por la puerta, estirándose y mirándome tranquilo. “Ya he vuelto” le dije, me seguía mirando, “te he traído galletas de chocolate”, fue entonces cuando comenzó a mover el rabo y, de manera zalamera a darme con el morro. De verdad en ocasiones no sabía quién era el amo y quien el perro, quien debía sumisión a quién. Comencé a preparar nuestra comida, mi amigo se tumbó en la cocina esperando su jornal y yo pensé “por lo menos la comida será tranquila”, pasaban los minutos y como no ocurría nada, yo me repetía “por lo menos la comida será tranquila”. Pero mi gozo cayó en un oscuro y profundo pozo, sonó el teléfono y por primera vez en todo el día pensé en no actuar, en no contestar, en seguir haciendo mi tortilla. Rody me miró extrañado y yo le razoné “es que no quiero más problemas por ahora”, con las mismas, agachó la cabeza y dijo “vale, tu mismo”. Saltó mi contestador. ¡Mi contestador!, era todo menos mío. Mis amados sobrinos lo habían descubierto una tarde de aburrida lluvia. Estuvieron toda la tarde grabando diferentes mensajes tipo “diga…pringao que esto es una grabación, deja tu mensaje cuando oigas la señal” o “no estoy, seguramente estaré haciendo algo más interesante que hablar contigo, deja tu mensaje”, tengo que reconocer que este me había gustado porque en la mayoría de los casos sería verdad. Finalmente, tras unas cinco horas en las que mi contestador no se como no dijo algo, se decantaron por uno curioso, que aunque no era mi favorito, tuve que dejar, ya que llaman sólo por comprobar que no lo he quitado, ¡angelitos! Exactamente fue el que escuché en ese momento, justo antes de escuchar la voz que logró quitarme el apetito por una buena temporada: “no estoy, ni quiero estar, pero si vuelvo te llamaré”, fue entonces cuando alguien dijo: “mi nombre es Miguel González por favor llámeme cuando pueda mi número es 65XXXXXXX”. No era posible lo que acababa de escuchar, este hombre según varios vecinos (que en estos casos no fallan) estaba muerto y sin embargo a las 15:00 del día de hoy estaba llamándome. Rody se dio cuenta de que algo no iba bien y se puso en pie, con mucho cariño me dio un morrazo y me sentó, gracias a él no me caí redondo. No entendía nada. ¿Pero quién era este hombre que de pronto había irrumpido en mi vida? sosa e insulsa, pero al fin y al cabo, mi vida. ¿No estaba muerto? ¿Por qué llamaba a mi contestador un muerto? Respiré, era necesario calmarme e intenté pensar. Tal vez no era él, podía ser otra persona. Al fin y al cabo yo no lo había oído hablar nunca, vamos ni siquiera lo había visto en mi vida. ¿Pero quién? La única persona que se me ocurría era el abogado pero no sonaba la misma voz. Le puse el pienso a Rody, acompañado por algo de pollo, y me fui a la cama, sólo quería descansar y no pensar porque estaba empezando a sentirme agobiado. Conseguí dormir, pero fue peor, una pesadilla me acompañó durante toda la siesta: Estaba yo, tan tranquilo, en el sofá de mi casa viendo la televisión con Rody enroscado en su sillón, cuando de pronto, mi perro se pone en pie y me dice: buenas tardes soy abogado y vengo en nombre de Miguel González. Yo horrorizado comenzaba a gritar. Cosa que no es de extrañar si logran imaginárselo, tu mejor amigo, tu más fiel amigo ¡un abogado! y encima de parte del muerto dichoso. El sueño continuaba corriendo por toda la casa y de los rincones iban apareciendo: Francisca, mi portero y hasta Manolita diciéndome “está muerto, pero quiere hablar contigo”. Por fin, consigo llegar a la puerta la habló y una voz me dice “son las 17:00 horas, una menos en Canarias”, el despertador gracias a Dios funcionó. Rody estaba tumbado a mis pies, durmiendo, y tengo que reconocer que lo miré como si no lo conociese, esperando que en cualquier momento se convirtiese en el siniestro personaje de mi pesadilla. Pero una mirada más atenta dejaba claro que seguía siendo el cuatro patas de siempre y que él también estaba soñando, posiblemente con cazar algo, porque corría mientras dormía. Bien, ya eran las cinco de la tarde. Quedaba una hora para ir a visitar a la vidente o lo que fuese esa buena mujer, le estaba tomando una manía…La llamé por teléfono, esperando que hubiese suerte y esta vez sí pudiese hablar con ella. De nuevo escuché la tarificación y pensé que la investigación me iba a salir por un pico, y otra vez la misma voz “¿Qué desea?”, a este lo tenían a jornada completa, “una consulta con Isabel”, la voz contestó “un momento por favor”. Reconozco que cuando comencé a escuchar la música me puse nervioso, a medida que la melodía yesterday de los Beatles iba siendo destrozada, mis nervios también De pronto una voz me dijo: - ¿En que te puedo ayudar, cariño? Me quedé callado, ¡era su voz!, no me atreví a decir nada, me quedé en silencio como el niño que es descubierto en falta y lo único que puede hacer es bajar la cabeza humildemente. - Háblame con tranquilidad, todo lo que me cuentes será totalmente confidencial. Quedará entre tú y yo. Eso seguro, pensé, porque no pienso abrir la boca. Pero tampoco podía colgar, algo me invitaba a seguir escuchando. En ese momento Rody hizo un pequeño ruido que indicaba “perro despertándose y con ciertas necesidades”. Colgué sintiéndome un verdadero panoli. Miré el reloj, me daba tiempo a darle un paseo y después me lo llevaría a la visita, llegado el caso siempre podía ser una buena excusa para marcharme. Me preparé, ¿qué me ponía para la ocasión?, no quería ir excesivamente elegante porque podría parecer petulante pero si iba demasiado informal…me enfadé conmigo mismo parecía que tenía una cita con mi novia. Decidí ir como yo habitualmente voy a casi todos los sitios, según mis sobrinos, formal, pero no ponerse unos vaqueros no significa formalidad, simplemente que no te gustan. Rody gruñó simpáticamente y entendí que era la hora de marcharnos. Pero como no podía ser de otra forma mi vida siguió complicándose y complicándose…Mi portero Ignacio, que sorprendentemente estaba en su garita, cuando vio que me marchaba se me acercó todo serio y formal, acarició a mi compañero y me dijo: - ¿Está usted bien? - Si claro- le contesté con una sonrisa para reforzar la afirmación- gracias por preguntar. - No se, lleva un día bastante raro. - ¿Por qué lo dice? - Se ha juntado con la gente. Quise entender, con esa expresión, que me había socializado más de lo normal, cosa cierta sin lugar a dudas. Me excusé echándole la culpa a Rody y a su paseo, y me fui pensando que si mi portero se había atrevido a hacerme esa pregunta, posiblemente el resto del vecindario sería un hervidero, mala cosa. Comenzamos nuestro paseo y mientras corría, Rody por supuesto yo no estoy para esos trotes, intenté hacer un resumen mental de todo lo acontecido hasta ese momento: 1.- Una mujer desconocida me invita a su casa porque parece ser le hago falta y encima es vidente. 2.- Mi portero la conoce y la considera de lo mejorcito. 3.- Llamo a un tarotista y me toma el pelo 4.- Viene un abogado y me habla de una carta de un señor desconocido, ahora ya no tanto y además le estaba tomando una manía…pero que se marcha sin darme explicaciones al carecer yo de dicha misiva. 5.- Me entero que el susodicho señor, Miguel González, nació cerca de mi pueblo. 6.- Me entero que el susodicho señor ha muerto cerca de mi casa y si hago caso a las habladurías ¡asesinado! 7.- Y lo más escalofriante de todo, recibo la llamada del supuesto muerto queriendo hablar conmigo y dejándome un número de teléfono, me imagino que San Pedro será el telefonista. Era consciente que, quizás, lo más sensato fuese llamar al teléfono dejado por el finado y salir de dudas, pero reconozco que me daba miedo. Posiblemente el que había llamado no era el fallecido, era alguien haciéndose pasar por él ¿pero y si no? Por pura casualidad me contesta al teléfono el muerto y el que se muere soy yo. Rody se paró y me miró, parecía saber lo que estaba pensando porque entendí lo que me quería preguntar “¿cómo ibas a saber que realmente el que contesta es el muerto?”. Me dio rabia saber que mi perro era más listo que yo. Con todos estos pensamientos llegué a la casa de la vidente. Subí despacio, algunos dirían como un buen torero recreándome en la suerte, pero la realidad es que tenía pánico a lo que me podía encontrar. Alli estábamos, mi fiel escudero y yo, frente a la puerta de la susodicha vidente. Sin gran ánimo llamé y esperé ver una casa montada como en las películas: humo, bola de cristal, esqueletos, brujas…pero cuando la puerta se abrió, simplemente me encontré frente a una mujer, muy sonriente, que acariciando a Rody me hizo pasar. Me senté en un salón, que incluso podríamos decir soso: las paredes blancas, un sofá (que parecía también cama) de color verde y un par de sillones haciendo juego, una estantería con muchos libros, la tele y algún que otro adorno, francamente podría ser la casa de mi madre. Observé que me miraba con carita sonriente, creo que sabía lo que estaba pensando y tras sacar un bol con agua para “el cuatro patas” comenzó hablarme tranquilamente, lo que combinaba bastante bien con mis nervios. - ¿Se esperaba otro tipo de casa?, no se preocupe suele pasar a casi todo el mundo, pero yo no soy de adornos, digo lo que tengo que decir y ya está no me hacen falta bolas ni similares. - Tiene una bonita casa - No está mal-me miró por primera vez de manera seria- se preguntará porque le he hecho venir ¿verdad? - Mire, después del día que llevo ya nada me extraña y prefiero no preguntarme nada, así que espero que me lo explique. Sacó unas patatas, panchitos y algunos dulces “no se que es lo que usted prefería, así que he puesto un poco de todo” comentó mientras también servía café, refrescos, cerveza. De pronto me acordé de un chiste infantil que ante la indecisión de un adivino decía “pues que m….de adivino es usted”, era obvio que no se lo podía contar pero me relajo un poco. Acomodados ya los tres, ella en el sofá, Rody tumbado a mis pies y yo en uno de los sillones comenzó la siguiente conversación: - Se que posiblemente usted no entienda nada- comenzó sabiamente- pero verá la historia es tan enredosa como usted la quiera hacer. Eso si, le pido paciencia porque es un poco larga:

No hay comentarios:

Publicar un comentario